miércoles, 4 de julio de 2012

Trabajando literalmente en el río Tormes.


Segunda jornada del VoluntaTormes con una sesión de trabajo en el río (literalmente). La retirada de residuos sólidos urbanos en las aguas del Tormes siempre depara sorpresas: lámparas de baño, tulipas de salón, botes de lejía pleistocénicos… Vamos un cambalache residual.



La vegetación que cae al río, los troncos arrastrados por las crecidas, las múltiples ramas que el otoño dona al agua se termina acumulando en los pilones del puente. Si el mantenimiento no se produce los acúmulos terminan generando tapones: luego el agua se desata…



Recoger esta masa forestal en el agua tiene su toque de aventura y compromiso, descubrimiento del río desde su interior y percepción de los nichos de la fauna acuática. todo el cauce para aprender.


 Pero a veces las cosas se complican un poco y se ensamblan  marañas difíciles de mover…



O troncos como farolas que necesitan muchos brazos para sacarlos.



Pero el río también tiene otros enemigos, como las especies exóticas invasoras. Este es el caso de los ailantos o árboles del cielo que hemos estado cortando para que no se reproduzcan.



Tras la dura jornada de trabajo, dedicamos la tarde a preparar la salida de campo nocturna que nos llevará de madrugada hasta Juzbado.


 La luna llena nos acompañó. Era la primera vez que salían al campo con la noche de escenario. La primera vez que escuchaban los reclamos de las ranas y los cárabos.


La intensidad de la luz nos permitió andar agradablemente por la ribera. Las sombras de luna dibujaban las siluetas sobre las veredas de la ovejas. 


Llegamos de madrugada a Juzbado, donde Fernando, su alcalde, nos había dejado el salón del ayuntamiento para dormir. Un detalle más de nuestro amigo.

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