jueves, 20 de septiembre de 2012

Nueva columna El Adelanto:¿Qué pescado estamos comiendo?


Me gusta pasearme por el mercado central para ver la pesca que hay. Lo mismo hago cuando estoy junto al mar y me acerco a esperar la llegada de los pesqueros con sus bodegas orondas de hielo y peces. No sé si es por lo atractivo que resulta este mundo a los de tierra adentro, pero pasear delante de los puestos y ver la diversidad de diseños y brillos de la piscifauna se convierte para mí en un espectáculo. De pequeño no me gustaba verlos con los ojos abiertos, las cabezas giradas sobre la fila anterior y el fuerte olor que desprendían. Sólo me encantaba lo bien acunados que estaban sobre las hojas de helechos que les mantenía el frescor.

Ahora soy un degustador agradecido de la pesca, quizás saturado por los decenios de embutidos y carnes con lo que he sido nutrido como buen charro. Con el gusto un poco más trabajado, reconozco que la variedad de sabores en el mar supera a la tierra, sin despreciarlos en absoluto.


Por ello trato de conocer y reconocer lo que compro, aunque las prisas diarias depositan en el vendedor mi confianza. Pero estos días he estado leyendo el informe de OCEAN2012 y me he quedado con muchas dudas. Según las investigaciones realizadas por el equipo de esta coalición de organizaciones preocupadas por nuestra salud y la de los océanos, se han detectado numerosos errores en el etiquetado del pescado europeo. Es más, dichos fallos son deliberados, vendiendo especies de menor coste como si fueran de mayor valor. Dentro de la Unión Europea, en Irlanda, han descubierto que el 30 % del bacalao vendido es falso. Las especies con las que dan el gato por liebre son el abadejo (Pollachius pollachius) y el carbonero (Pollachius virens).

La vía para descubrirlo ha venido de la mano de los científicos del país, que recogieron muestras de ADN de las pescaderías y restaurantes detectando el fraude no sólo de especies, sino incluso del lugar de captura. Pero los españoles no nos quedamos fuera. Según la revista de divulgación científica Quercus, los estudios realizados por la Universidad de Oviedo sacan a la luz que entre el 30 y el 40 % de la merluza analizada era merluza africana , de menor coste que la capturada en Europa, o importada de América. No es, en principio, un fraude a la salud, sino al bolsillo. Nos la vende y la pagamos como si fuera fresca y próxima, y no es así.

En absoluto suponen estas palabras una voz de alarma, ni les estoy diciendo que desconfíen de su pescadero o pescadera de toda la vida. Es más, probablemente estos sepan bien lo que venden, y si les cuelan algo a ellos, es difícil que nosotros acertemos a distinguirlo. La desconfianza va más por los pescados procesados - empanados, ahumados o rebozados – donde ya no hay ojo humano que distinga el espécimen que va a meter en la sartén. Mi intención es que preguntemos por lo que compramos, que lo hagamos donde tengamos confianza y que provoquemos que también el pescadero o pescadera pregunte a sus proveedores.

Comer sano en la medida de lo posible se está convirtiendo en una tarea de agentes del C.S.I. , así que toda información que busquemos será buena, aunque sin obsesionarse.  A este paso plantaremos nuestros huertos, criaremos nuestras gallinas y corderos, engordaremos unas tencas o unas sardas, y a lo mejor acertamos en la buena calidad de lo que nos llevamos a la boca.  Tiempo al tiempo.

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